jueves, 1 de abril de 2010

Belleza fugaz

En estos días, en el Parque Juan Carlos I de Madrid podéis disfrutar de la cultura japonesa. No me refiero a una exposición del arte japonés ni un concierto de la música japonesa al aire libre. Dentro del parque hay una zona con unos 200 árboles de cerezo japonés (Sakura), que fueron regalados por la Asociación de la Comunidad Japonesa de Madrid hace un año como símbolo de la amistad entre Madrid y Japón. Hoy todavía no están completamente floridos, pero dentro de unos días podremos ver un rincón de los cerezos japoneses.


En Japón, tenemos la costumbre de disfrutar de las flores de cerezo en la primavera (Hanami). Muchos grupos de familia, amigos, compañeros de trabajo, etc. hacen un picnic debajo de las flores de cerezo.


Para los japoneses la flor de cerezo tiene un sentido especial. ¿Por qué?


Una de las cosas que los japoneses consideramos como precioso o hermoso es “Mujyo”. “Mujyo” es un concepto budista (“Anitya” en el Budismo) y significa que cualquier existencia en el universo no permanece igual y cambia continuamente.


Las flores de cerezo están espectaculares cuando están en su plenitud, sobre todo si los árboles tienen muchos años y están grandes. No obstante, su época de plena floración dura muy poco, quizá sólo unos días. Si las flores de cerezo pudiera permanecer floridas más tiempo, no habría sido una flor tan favorita de los japoneses. Los árboles de cerezo están hermosos por sus espléndidas flores, pero también son preciosos por su manera de florecer; grandiosa y fugaz. Considerar algo como bello porque no es eterno ni permanente es una forma de apreciar las cosas que tienen los japoneses. No sé si podéis entender y compartir esta mentalidad japonesa.


No creo que la gente que pasea en ese parque aprecie las flores de cerezo del mismo modo que los japoneses. Pero lo más importante es que la gente pueda tener un momento agradable con estas flores bonitas.


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